Valores y elementos de interés del municipio de Truchas
El patrimonio natural, cultural y arqueológico del municipio de Truchas sorprende y seduce al viajero, que encuentra en estas tierras el sabor y la autenticidad que se le niegan en otros lugares más conocidos. La Cabrera alta es la puerta a un mundo mágico y antiguo, en el que cambia el paisaje, el habla y las personas, pero donde el viajero se siente acogido, cómplice de un lugar donde el tiempo corre de otra manera.
Esta página está dedicada a la historia y el patrimonio arqueológico del municipio, pero puesdes consultar también las dedicadas a:
- Lugares y centros de interés del municipio
- La naturaleza en La Cabrera Alta
- Tradiciones, etnografía y arquitectura popular
- Historia y patrimonio arqueológico
Los caminos de la Historia
Truchas tiene su origen en las culturas prerromanas, con tribus astures cuyos asentamientos datarían de la Segunda Edad de Hierro. El mejor ejemplo de estos poblados es el de La Corona de Corporales, que data de los siglos II y I a.C. La expansión del Imperio Romano en La Cabrera tiene su máxima expresión territorial en los trabajos de minería, en particular, en el conjunto de Las Médulas. A este conjunto pertenecen los canales romanos que aún hoy en día es posible identificar en el Alto de Peñaguda, en la bajada de Corporales a Nogar. Los canales, obra monumental de cientos de kilómetros horadados en las laderas rocosas, captaban el agua de esta divisoria entre los ríos Eria y Cabrera, llevando al agua hacia las espectaculares minas de oro situadas varios kilómetros al noroeste.
Las culturas prerromanas
La Corona de Corporales, declarado Bien de Interés Cultural como Zona Arqueológica en el año 1981, es un castro ubicado sobre una elevación llana en el valle alto del Eria, al oeste del barrio de Pedrosa (Corporales). Se trata del castro astur prerromano mejor conocido de toda la comarca, si bien no se encuentra acondicionado para su visita. Fue violentamente destruido por los conquistadores romanos, presumiéndose que dispuso de unos ciento cincuenta habitantes, que debieron de abandonar precipitadamente el asentamiento, dejando buena parte de su ajuar íntegro.
Las viviendas presentaban ya gran parecido con algunas construcciones muy posteriores, como los pajares que todavía es posible contemplar en algunos municipios cabreirenses, como en el de Truchas, destacando el conjunto de pajares de Villar del Monte.
Los pobladores romanos
Varias décadas después de la destrucción de La Corona, los romanos ocuparon el valle del Eria y dispusieron próximo un asentamiento propio: el castro romano de Corporales. Ya los fosos del propio castro fueron realizados con el agua captada que sería transportada hacia Las Médulas, a través de canales.
Otros castros mineros romanos presentes en el municipio son los de El Foyancón de Manzaneda, El Castrillón de Pozos, El Castriello de Cunas, El Castro del Xixeo de La Cuesta y El Castro de Truchas.
Por último, debe destacarse lo que fue un campamento romano provisional situado en Valdemeda, paraje situado entre Morla, Pozos y Manzaneda y hoy día ocupado por un pinar.
El largo camino hacia el presente
Tras la caída de Roma, pasaron por la zona otros pueblos, como los suevos y los visigodos. En la Edad Media, con la Reconquista cristiana de la zona, Truchas quedó encuadrado dentro del Reino de León.
Durante la Edad Media se consolidan los pueblos que existen hoy día. De esta época proceden algunos de los restos monumentales más interesantes. La ermita de Villarino, pueblo situado a mayor altitud de los de La cabrera y casi deshabitado, responde a las características típicas de la arquitectura religiosa de los pueblos de Truchas, de aspecto sencillo y sobrio, construida con los materiales propios de la zona, con espadaña y soportal.
En Truchas han predominado las formas de explotación propias de las áreas de montaña del interior peninsular, basadas en la agricultura y la ganadería de subsistencia. La dureza del área dados su aislamiento, su climatología, su relieve accidentado y sus suelos poco fértiles no ha permitido un buen desarrollo de estos sectores. La supervivencia se ha basado también en el desarrollo de múltiples pequeñas actividades y oficios tradicionales, tales como la apicultura, la cestería, el hilado del lino y lana, o las imprescindibles panaderías.
Las vegas del río Eria y sus afluentes se encuentran pobladas por pastizales tradicionalmente aprovechados por la ganadería, dominada hoy por el tipo vacuno y tiempo atrás por ovino y caprino, que ha proporcionado carne y leche a la población local y genera rentas para la economía local. El ganado sube con el buen tiempo a los pastos de montaña situados a mayor altitud.
Otras actividades como la minería de la pizarra han cobrado más auge en las últimas décadas, especialmente en otros municipios de la comarca. No obstante, como en tantos lugares, el éxodo rural hacia las ciudades y otras zonas con mayores posibilidades ha sido muy acusado, generando un profundo despoblamiento en toda la comarca.